sábado, enero 14, 2006

Un retiro en el camino


Han pasado más de quince dias y estoy de vuelta.
Valió la pena aislarse del mundo. En un lugar bastante alejado en el Valle del Elqui, más allá de Paihuano y Montegrande, entre montañas, una luna recortada en el cielo y millones de puntos luminosos por las noches, hicieron que esos días fueran inolvidables.
LA compañía de la familia, los encuentros con los lugareños, con la Comunidad , con la pintora y su casa hexagonal y la naturaleza son regalos con los que uno apenas sueña antes de viajar.
Creo que cada vez que uno tiene un tiempo para sentarse relajadamente, mirar el cielo, escuchar con atención el viento y los sonidos penetrantes del río y los insectos aprende más de la vida misma. Aprende más de sí mismo, a conocerse , a enfrentarse, a mirarse más profundamente. Aquí también hay roces , hay presencias , hay misterios. El lugar, claro que sí, se presta para ello, pero eso podría ocurrir en cualquier lugar. Y como dice el poema chino:

" Ves este bambú que pequeño es...
Y aquel que está más allá cuán grande es...
Cómo se mece con el viento...

En ese instante el discípulo recibió la iluminación"

Orar se puede de las más variadas formas, lo importante no es el acto en sí, sino de qué manera he hecho de mí una persona más acorde con mi entorno y con los demás.
Espero siempre después de un silencio, de un momento de reflexión, de un momento de oración, ser más persona.

Algo que nunca ha sido fácil.
A ver si les mando unas fotos espectaculares.