martes, mayo 09, 2006

El Vals de Dios


Tengo un par de amigos, que con el correr de los años me han enseñado que la vida es un camino difícil de determinar de antemano. Pueden haber decisiones, trazos, pero siempre un bosquejo, un retazo. Ella va deviniendo en la medida de nuestras decisiones y también por efectos de las decisiones de otros, de los cruces de otros, de elementos que nos son totalmente ajenos. Nosotros los cristianos decimos que el Señor suele intervenir en estas sinuosidades de la vida. También creemos que esos vaivenes no son gratuitos. En la vida suelen ocurrir hechos marcados por un sino, por un sello que tendrá sentido en el tiempo, allá , lejos, en algún lugar que apenas siquiera vislumbramos. La filosofía oriental piensa que la vida es una serpiente que se muerde la cola, eternamente girando sobre sí misma. En cierto modo la vida tiene una cadencia , y bastan unos cuantos años de experiencia para saber que siempre hay un retorno, una segunda oportunidad. O mejor dicho, toda nuestra existencia está plena de idas y venidas, de fracasos y de éxitos, de iluminaciones y penumbras, de odios y amores. Es el Ying y Yang de los orientales, pero también es el ángel y el demonio , es el cielo y el infierno, es el amanecer y la oscuridad total. Independiente de las creencias que podamos tener , la vida nos trata de la misma forma, la diferencia está en la manera cómo accedemos a este misterio. Sin lugar a dudas , en la fe siempre es más placentero vivir los momentos más amargos. Ella nos sostiene, nos anima, nos asiste.
Pero quisiera detenerme en el sentido que le damos a nuestra existencia bajo los vaivenes de la vida misma.
Les decía que estos amigos , después de muchos años de no poder tener hijos , han llegado a tenerlos y más de lo que ellos se imaginaron. Al principio fue difícil, y se rebelaron. Imprecaron y rabiaron sólo porque la vida se volvía injusta contra ellos. Más aún, lo que ahora se venía con cuatro hijos era un mundo lleno de problemas, de limitaciones económicas, de enredos, acertijos. Han pasado diez años de aquellos días. De la mirada de ella veo otro rostro, otra forma de mirar al mundo, más libre, más auténtico, más feliz . Los hijos cambiaron su amargura de mujer infértil y posteriormente de mujer aproblemada por cuatro hijos que llegan casi de improviso. Los hijos son ciertamente una bendición que han cambiado a esta mujer.
La sinuosidades que nos presenta la vida son altos y bajos, presencias y ausencias, aciertos y errores. Lo que hoy está allí, mañana no estará; lo que hoy es brillante , mañana será gris. Es el simple juego del devenir, como una marea silenciosa que nos permite cada día estar vivos. El Otoño, el invierno, la primavera, el verano es una muestra de la gratuidad y de aquello que yo llamo “el vals de Dios”. Los cristianos celebramos cada año el nacimiento de Cristo, su muerte y resurrección. Las fiestas litúrgicas son un buen ejemplo de ello: están plagadas de este devenir de la historia. Si sales al jardín y observas los acacios y las hojas de los jacarandás sabrás de lo que te hablo.
La vida es atractiva, plagada de misterios, pero en su esencia sólo sigue un ritmo y melodía siempre cadente.
Es el vals de Dios que mece los árboles y germina la tierra con su soplo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hermosa prosa y de una profundidad celeste
tiki

Anónimo dijo...

Profesor:
El paso de Dios por nuestra historia personal es un misterio maravilloso que es imposible definir con palabras, aunque algunas personas como Ud. en éstas nos acercan a sentirlo y aprehenderlo...
Si Dios tuviera otro nombre sería Presencia... toda nuestra vida es experiencia de Dios.